Cultura

27 de octubre 2014

Ilse von Rentzell: la primera mujer que pisó los hielos continentales vivió en San Martín de los Andes

Por Graciela Vázquez Moure

Hay mujeres que quedan en la historia por sus obras, otras por sus desafíos y están aquellas que son recordadas por una vida de rupturas de lazos que hicieron caer paradigmas e impusieron otros.

Quizás sea esta última elección la que formó parte de la vida de Ilse von Rentzell de Atkinson, muchos la conocimos como la señora Atkinson.

Cuando llegué a San Martín de los Andes escuché su nombre, aunque hacía tres años que había fallecido. Pero quienes la recordaban lo hacían por su hermoso jardín de la casa de Altos del Sol.

Es que Ilse entre otras cosas fue botánica, amaba las plantas y estudió muchas de ellas como las hierbas medicinales de la distintos pueblos originarios del litoral y del sur del país.

Fue una mujer polifácética. Su amor por las plantas le llevó años de estudios, pero también era aficionada a la fotografía, además pintaba y fue escritora. Una de sus obras fue “Maravillas de nuestras plantas indígenas”

Pocos la recuerdan en San Martín de los Andes, quizás injustamente olvidada, Ilse tuvo experiencias maravillosas en medio de la naturaleza. Fue además bibliotecaria del Instituto de Botánica Darwiniano, ubicado en San Isidro,

Pero quizás su mayor legado fue la experiencia como andinista hasta convertirse en la primera mujer que pisó los hielos continentales.

En una interesante investigación que realizó José Herminio Hernández, Coronel (RE), se conocen pormenores de esas travesías y los inicios en estas incursiones en la montañas, tanto argentinas como chilenas.

“Ilse von Rentzell, conoció a Federico Reichert, en el año 1928, y participó en varias expediciones a los Andes, compartiendo con sus compañeros y en igualdad de condiciones, semanas en el Hielo Patagónico”.

Su vida en el Chaco se contrapone con los hielos continentales que fueron su siguiente elección. En esta provincia del noreste argentino, en el algodonal que tenía su hermano, las molestias y riesgos no eran pocos. Ella contaba que su vuelta a Buenos Aires la produjeron las nubes continuas de mosquitos, las culebras que aparecían en su escritorio, las termitas, langostas y algunos desencuentros familiares propiciaron su huída.

Era una mujer afable que rápidamente se hacía de amigos.

Ilse von Rentzell participó de varias expediciones de Federico Reichert, y ascendió en enero de 1929, la cima del Volcán Osorno, 2.660 metros, en el Sur de Chile.

En las últimas horas del 5 de enero de 1929, intentaban el ascenso cuando en la madrugada un tronar que no comprendían los despertó.

“Seguimos espiando – cuenta en un diario Reichert- y de pronto descubrimos la aparición de un banco de nubes que surgía como algo denso, negro, fatídico, que iba aproximándose aceleradamente desde el Oeste y notamos una modificación de las condiciones atmosféricas que se hacía visible cuando uno respiraba. Al principio supuse que se trataba de una tormenta, pese que estas son raras en aquellos alrededores. A las cinco de la mañana sentí que mi compañera me clavaba una puya en el costillar para darme a entender que había algo que no marchaba bien. Súbitamente se oyó a lo lejos una fuerte detonación, cuyo estruendo ya nada tenía que ver con los truenos que acompañan los temporales. ¡Vaya si llovía! ¡Pero una lluvia seca! Frente a semejante fenómeno decidimos dar media vuelta, embarcarnos en el bote y regresar a casa con máxima premura.”

Lo que parecía una extraña tormenta con una fina llovizna fue intensificándose y se convirtió en lluvia de cenizas finas. “Pero aquello, no podía proceder sino del volcán Calbuco, situado entre 15 y 20 kilómetros en línea recta desde nuestra finca; era el único de los numerosos volcanes que entraba en actividad periódicamente.”

Los andinistas Reichert e Ilse trataron de abandonar el lugar buscando su cabaña en total oscuridad provocada por las cenizas que caían augurando una erupción grave del volcán. Relámpagos, descargas eléctricas provocadas por la erupción, rodearon a ambos.

Así era la vida de esta mujer que en esos momentos tenía 35 años.

En una apretada síntesis relatamos esta odisea en Chile, pero los andinistas muy lejos de desanimarse intentaron en febrero de 1931, por quinta vez coronar la cima del Tronador, el doctor Federico Reichert, junto al doctor Juan Neumeyer, y a Ilse von Rentzell. No lograron hacer cumbre, pero les permitió recoger una gran cantidad de datos.

En febrero de 1932, con Reichert y Juan Neumeyer, de Bariloche, realizó la primera ascensión del Cerro Gemelos del Turbio, 2.150 metros, al Oeste del Lago Puelo.

Se consagra como la primera mujer en pisar los hielos continentales

En el año 1933, Ilse von Rentzell, se convirtió en la primera mujer en ingresar al campo de hielo patagónico Sur.

Cabe mencionar que en esa oportunidad no se logró hacer cumbre, pero si les permitió recoger una gran cantidad de datos.

En febrero de 1932, con Reichert y Juan Neumeyer, de Bariloche, realizó la primera ascensión del Cerro Gemelos del Turbio, 2.150 metros, al Oeste del Lago Puelo.

En 1933, el grupo llega al lago San Martín. Reichert, el médico de Bariloche Juan Neumeyer, el botánico Arturo Donat e Ilse von Rentzell. El propósito de ellos era atravesar el Hielo Patagónico en aquella latitud hacia los fiordos del Océano Pacífico. El acercamiento a lo largo de las escarpadas orillas del lago no fue tan fácil.

Fueron seis días bordeando a pie la orilla sur del lago.

“Después cruzamos -relata Ilse en aquella época- en bote y remando entre icebergs, encontramos al último colono de la zona quien afortunadamente pudo poner a nuestra disposición tantos caballos que subimos montados. El camino nos llevaba a través de una selva de hayas antárticas y de prados pantanosos en los que algunas veces se hundieron hasta el vientre, tres caballos de carga.”

La expedición no llegó a la cumbre principal del Cordón GAEA, pero alcanzó primeramente el lado Este del mismo, hasta una altura de aproximadamente 2.000 metros. Seguidamente la cresta Oeste hasta una altura cercana a los 2.300 metros desde donde divisó el Glaciar Chico, antiguamente conocido con el nombre de Schonmayer. En aquella ocasión, Reichert, notó además, el fuerte retroceso del Glaciar O’Higgins y también, la piedra pómez pura depositada recientemente sobre el hielo, hecho que valorizaba los testimonios de resplandores vistos por los pobladores y referidos a un misterioso volcán que más tarde se revelaría como el Volcán Lautaro, ubicado en el interior del Hielo Patagónico Sur. La expedición permaneció luego, y durante largas semanas, bloqueada sobre el Hielo en medio de la tempestad, viviendo momentos dramáticos debido a las carpas destruidas por el viento y las nevadas, pero finalmente logró llegar a la divisoria interoceánica y presenciar una erupción de gas y cenizas del Volcán Lautaro” así el relato de José Hernández.

Entre plantas exóticas y hielos profundos

Así siguieron las expediciones de Ilse, todas durante la década del 30.

En esa misma década se publicó su libro “Maravillas de nuestras plantas indígenas y algunas exóticas”, en el año 1935, sus fotos y datos relevados de sus expediciones con Federico Reichert, en la región Sur de nuestro país. Anatole Saderman, fotógrafo de profesión, fue quien le realizó fotografías para el libro, las mismas que formaron parte de una exposición en la sala Amigos del Arte, en la calle Florida.

Como conferencista y representante del Instituto Darwiniano es donde conoció al geólogo inglés, George Atkinson, con quien se casó por segunda vez y realizó innumerables cantidad de presentaciones de sus viajes y logros científicos y fue integrante además, de la Academia de Ciencias Exactas de Buenos Aires.

Su espíritu inquieto la llevó a otro viaje, en julio de 1941, pero esta vez fue Bolivia el destino. Para Ilse, el objetivo era comparar los contrastes existentes en la Cordillera de los Tehuelches y la de los Incas, pero también, fue para profundizar sus conocimientos en el mundo de la flora, al visitar los tropicales jardines botánicos bolivianos.

Fue colaboradora especial de los diarios, La Nación y La Prensa, fue autora del libro sobre la Flora Autóctona Argentina, en donde volcó sus experiencias y conocimiento de la flora en el Chaco argentino e hizo traslucir su espíritu de investigación y coleccionista de mérito.

Una vecina ilustre

Ilse fue vecina de nuestra ciudad desde el año 1952, es en 1960, cuando se radica definitivamente en San Martín de los Andes.

Pero esta mujer que creó nuevos caminos para el género femenino, en épocas en que no era fácil imponer este espíritu en ciertos ámbitos, siguió siempre hacia sus objetivos concretos. Recordemos que lo llamaban el sexo débil, todo un símbolo.

Es así que emprendió una expedición a las provincias del litoral, con el naturalista y ornitólogo William H. Partridge, con el propósito de realizar un relevamiento y clasificación de pájaros del lugar.

Ilse fue una más de las tantas mujeres que revolucionaron distintos espacios permitidos, hasta esos momentos, solo para los hombres.

Se radica en nuestra ciudad para cumplir con lo que había prometido a su esposo, el geólogo George Atkinson que falleció en un lamentable accidente en el Lago de Todos los Santos, en Chile, próximo al fundo del doctor Federico Reichert.

En su hermoso jardín de la casa de Altos del Sol, solían escucharse conciertos en los atardeceres del verano. El músico y amigo Tomás Tichauer, uno de los fundadores de la Camerata Bariloche, era el protagonista.

Dejó huellas, como la torre Ilse que se encuentra en el Tronador, que ella misma individualizó.

Reconocida por el presidente Agustín Justo como la primera mujer que pisó los hielos continentales, en 1932, así como una exploradora del mundo natural, Ilse vivió desde el año 60 hasta el 85 en nuestra ciudad, donde falleció paradójicamente el mismo día de su nacimiento el 30 de junio. Tenía 92 años. Así fue la vida, de esa joven nacida en Alemania y que volvió de París huyendo de los tremendos dramas de la primera guerra mundial. Ella siguió su destino. Creyó en su fortaleza. Desarrolló su arte. Pensó que nada la detendría en la vida ni en la llanura ni en las altas cumbres.

Fue Ilse von Rentzell, conocida en nuestro pueblo por muchos como la señora Atkinson.

Desde el Sur Digital, la recuerda en esta sección:” Historia de nuestra gente”, para que deje ese rincón del olvido y renazca en la conciencia de nuestra ciudad.

ilse atkinson homenaje

Ilse en un homenaje  en San Martín de los Andes

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Volcán Osorno sobre el lago Llanquihue

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