Por Graciela Vázquez Moure
Hace 87 años se creaba el Parque Nacional Lanín, una de las áreas protegidas que con un decreto del Poder Ejecutivo el 11 de mayo de 1937, quedó oficialmente constituida junto a otros tres Parques Nacionales: Los Alerces, Los Glaciares y Perito Moreno.
Esta reserva natural admirada en todo el mundo por su maravilloso paisaje y biodiversidad, forma parte de la reserva de biósfera Andino Nortpatagónica, desde el año 2007. La superficie total es de 412 mil hectáreas, en las que se dividen dos áreas una de parque nacional y otra de área protegida. Viven en ellas diversas comunidades mapuche, pobladores de la región, se encuentran algunas estancias, y en otros sectores menores, existen tierras del Ejército Argentino.
El Parque Lanín está ubicado en la provincia de Neuquén, es el tercer parque nacional más grande de nuestro país y su nombre se debe al emblemático volcán que es parte de la región, y entre su riqueza se encuentra el bosque andino patagónico y el valdiviano. Su bosque nativo se conforma por coihues, lengas, aracuarias, raulí, maniú macho y hembra, roble pellín y el ciprés de la cordillera. Además existen determinadas zonas con maravillosos bosques de arrayanes.
Su fauna y su flora, junto con la gran cantidad de lagos que están dentro de su jurisdicción lo ubica en un lugar de singular belleza y de gran riqueza natural. Por esto es tan importante su gente, quienes trabajan dentro de cada área, quienes deben estar consustanciados con este legado que trasciende la permanencia humana para ubicarse en los recursos naturales que deben disfrutar el resto de las generaciones.
En un planeta diezmado por la presencia antrópica, los Parques Nacionales sin duda constituyen una reserva natural que no debe ceder si a las ambiciones de grupos económicos, ni al poder mismo. Son parte de la humanidad.
Su primera Intendencia, o Centro de Visitantes, fue declarada patrimonio histórico y arquitectónico de la ciudad.
Desde 1937 cuando se constituye el Parque Nacional Lanín, la realidad y la historia de San Martín de los Andes cambia. Comienzan a implementarse políticas de conservación y la protección del bosque nativo revierte la situación de una de las actividades madereras más trascendentes en los primeros años del pueblo, los aserraderos.
En este siglo 21 el Parque Nacional Lanín, tiene una nueva agenda que se relaciona no solo con la conservación sino con la política llevada a cabo con las poblaciones que están dentro del Parque.
Hoy la institución tiene un gran desafío, recobrar esa mística que tuvo en los primeros años. Descubrir que las responsabilidades de quienes están al frente de su tarea cotidiana, van más allá de ser un “trabajador” para convertirse en parte de esa mística que supo tener en sus comienzos.
Guardaparques, administrativos, brigadistas que defienden al bosque del fuego, rescatistas que llegan a la cumbre del volcán Lanín en más de una oportunidad para salvar la vida de quienes se encuentran en peligro, biólogos que descubren los secretos de la flora y de la fauna que habita el bosque y la montaña, guardaparques de apoyo, una biblioteca que encierra los saberes antiguos y actuales, estudiosos del patrimonio que es parte de la historia, todos conforman un núcleo humano que en estos tiempos difíciles deseamos encuentren la armonía y el equilibrio, no solo para sostener las bases de una institución creada en la década del 30, sino para renovar votos de compromiso, responsabilidad y sobre todo recobrar la alegría que provoca ser parte de : la tarea cumplida.