Por Graciela Vázquez Moure
Era el año 93, el siglo pasado, suena raro pero así fue, Lidaura Chapitel, artista plástica que ya no está entre nosotros, fue quien me dijo que había llegado un pintor maravilloso, y la sugerencia fue “no le harías una nota” y acto seguido me dijo “se llama Georg Miciu es austríaco, vivía en Córdoba”. Y entonces lo contacté y enseguida me invitó a su casa.
Vivía junto a su esposa y ocho hijos, luego nació la novena, en la antigua casa de la familia Taylor, en Villegas y Mascardi. Y allí fui.
Me encontré con un montón de niños y niñas que me recibieron en el living de la casa. Había un piano y allí estaba el artista plástico con su presencia. Enseguida me explicó que era Georg, su nombre, muchos le decían George, y así empezó el relato de su vida, de los ancestros padre y hermano pintores.
La entrevista fue un placer. Yo era corresponsal de El Pionero de Villa La Angostura y conducía la mañana de radio Nacional.
Al otro día justamente en la radio, mientras estaba en el estudio en una entrevista, del otro lado, junto al operador, apareció Georg Miciú con un regalo: una de sus láminas enmarcadas y dedicadas.
Así comenzó una relación de años. Fue en estas décadas uno de los artistas plásticos más renombrados, con un estilo especial y con imágenes que siempre dejaron visibles el paisaje y alguna que otra figura emblemática.
En nuestras largas charlas siempre coincidíamos en que el arte para él era símbolo de belleza, y así lo demostró.
Después la relación siguió con Eliseo, uno de sus hijos, fotógrafo excepcional, con talento y trabajo supo ganarse un lugar en la localidad y el país.
Eliseo Miciu
Emaús, otro artista, hizo su primera exposición en el Centro Cotesma en el año 1995, tenía solo 16 años y ya mostraba el talento heredado.
Los Miciu son una familia de artistas, de gente honesta, de buenas personas y ahora en este año tan especial el 2020, decidieron que comienza otra etapa en sus vidas.
Así me lo confirmaba Eliseo hace dos días.
Se van hacia el norte del país con otro proyecto dejando atrás vivencias magníficas en la Patagonia.
(foto gentileza sec. de cultura)

En su nota de despedida enviada a la Secretaría de Cultura, Georg expresa entre otras cosas:
“Les escribo para contarles que lamentablemente, a partir de hoy, no estaré en condiciones de contactarme con Uds en el futuro, pues Dios mediante nos alejamos definitivamente de San Martín de los Andes y Lago Hermoso, debido a una decisión de cambio concluyente y definitivo de vida”.
Y en ella pone de manifiesto su fe “Desde que tengo conciencia, el móvil que alimentó nuestra producción artística fue honrar al Creador, procurando respetar las leyes de armonía que es de este universo “la obra maestra”, la que humildemente procuramos re-crear unos pocos arti-ficialmente; acto que inicialmente han dado en llamar arte”.
Georg se despide diciendo “Comparto con todos Uds. mi profundo agradecimiento a toda mi familia: mis padres, mi esposa, mis nueve hijos y mis nietos, quienes me han incentivado en esta dirección; así como los que con palabras y hechos apoyaron nuestro proyecto.”
Miciu durante 56 años se dedicó al arte, tiene 3454 obras, y menciona a quien fue una pieza fundamental en contactos y en su trayectoria dice “tiempo y trabajo compartidos junto a Jorge Bonzano y familia, con miles de semejantes en el planeta, han cubierto nuestra responsabilidad para con el prójimo en este rubro. Gracias a Dios, espacio y obra en “COLECCIÓN GEORG” de San Martín de los Andes, seguirá representando a los miembros de la familia Miciu-Nicolaevici”.
Es que el Museo fue vendido en esto que podríamos llamar quemar las naves para iniciar una nueva etapa
Y acá surge otro recuerdo hace 14 años me llevó a ver el inicio del edificio que hoy es el museo en Altos del Sol, y recuerdo a Georg mostrándome donde iría cada cosa, en ese espacio que solo tenía paredes levantadas que no llegaban un metro. Pero él tenía en mente todo y así lo hizo.
Podría decir que provoca tristeza que una familia como ellos dejen San Martín de los Andes, pero escuchar a Eliseo hace dos días cambió mi sentimiento, lo que dijo contando su proyecto y esa unión familiar que es indestructible, afianza todo lo que vendrá.
Una cosa más casi paradójica: desde hace ocho años vivo en la calle Georg Miciu, en la Cascada, y un día conversando con Georg y con Eliseo descubrimos que nada es casual en la vida.